sábado, 23 de abril de 2011

Agroecología / Otro Mercado al Sur

El Movimiento Agroecológico Chaqueño convocó en marzo de 2011, al tercer Encuentro Regional de Agroecología, la concurrencia año a año crece, el entusiasmo pervive y se multiplica y los actores que participamos sentimos que no estamos nadando en el vacío.
La soberanía alimentaria es un aspecto desde donde la agroecología se apoya y parte; las unidades productivas no son engranajes de un sistema, son familias de pequeños productores que participan de ese sistema tanto desde lo productivo como desde lo social y cultural. Aquí la autogestión familiar se encuentra con lo asociativo, las familias no pueden solas para cubrir sus necesidades, construyen soberanía en pequeña escala, generando alimentos y conformando la canasta alimentaria en interacción con sus vecinos. Pero esto recién comienza, en este punto pasamos a un estadio intermedio donde comienza a actuar el intercambio hacia afuera; la comercialización de excedentes por medio de las ferias francas y las tiendas locales en el marco de la propia comunidad, pero también la recepción de personas externas a la comunidad que llegan para consumir productos a través de formas de turismo sostenible; en este punto los servicios y la producción de artesanías se suman al sistema económico, los de afuera no depredan, intercambian riquezas y saberes, conocen la cultura local y dan a conocer sus culturas a través del diálogo y el intercambio.Nuevamente la autogestión y lo asociativo cobran fuerzas, desde el diálogo con la comunidad, el pueblo o los pueblos vecinos, las organizaciones intermedias, los gobiernos locales y los propios vecinos.Luego llegamos a un tercer estadio, el de la escala de los excedentes. Esto requiere volumen y planificación. Los destinos de estos productos irán afuera de la comunidad, esto no debe interferir con lo anterior sino integrarlo, completarlo. El consumidor urbano recibirá esta producción aún sin saber de donde viene ni como se produce, el desafío es hacérselo conocer, es por eso que necesitamos nuevamente de lo asociativo, la colaboración con organizaciones y personas en las ciudades para generar consumo crítico y responsable; el valor de marca desde la trazabilidad de todo el sistema y no sólo desde la invención de un mito, la generación de confianza a pesar de la distancia. Los movimientos de comercio justo, orgánicos y de slow food, tienden a generar estas plataformas de interacción con lo urbano; el volumen y la calidad sin desangrar la cultura y la comunidad de origen. Ahora bien, esto está creciendo y es el momento de generar una voz de atención con la burocratización del sistema de etiquetados, un desafío que desde las bases debemos tomar, el de generar sistemas fuertes de certificación participativa para atravesar este recorrido sin dejar de lado el origen de donde parte la agroecología.
Durante todo este recorrido tenemos dos dimensiones que atraviesan trasversalmente todo el sistema. La dimensión económica, los aspectos financieros para la producción y la planificación, los aspectos comerciales ligados al precio y la creación de los productos con sentido de marca, contribuirán a la sustentabilidad del modelo. La otra dimensión insoslayable en esto es la política, la especulación desde el valor dinero no tiene lugar en esta construcción económico-cultural, es aquí que la incidencia política influye ahora en sentido económico: la riqueza no es acumulativa, la riqueza es para la vida y se genera desde una experiencia plena, como productores, como consumidores, como investigadores, como creadores, como personas.Salud al crecimiento de la conciencia agroecológica y adelante.
Harold Picchi
Pigüé 23 de abril de 2011

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